Para nuestro último día en Kioto habíamos reservado dos de las visitas que más ilusión me hacían, así como una tarde placentera de compras y derroches en la ciudad. Tras varios días de mucho andar y mucho bus confiábamos con tener un día relajado… y así fue en parte. El día se levantó con un calor impresionante y un sol que cegaba.

Haciendo nuestra pertinente visita al Family Mart (la tienda 24h que teníamos debajo de casa) nos cargamos de bebidas de proteínas y algún “bollo” para ir desayunando en ruta. Esta vez habíamos decidido dejar a un lado los buses y cogimos el metro que nos llevaba relativamente cerca del Palacio Imperial, en la parada de Marutamachi de la línea Karasuma. Nada más salir del metro nos encontramos con un gran jardín en el que nos adentramos y encontramos las murallas del jardín propio del Palacio, que es gratuito y requiere previa cita con cuatro días de antelación, cosa que no hicimos (la novatada), pero sí que pudimos conseguir cita para visitar el interior de las instalaciones del Palacio Imperial. De forma gratuita (algo raro en Kioto), nos tomaron los datos y pasaportes para hacernos un pase, que nos permitía entrar en grupo y con guía al interior de mismo.

Una vez dentro del Palacio nos llevaron a una sala de espera, donde pusieron un vídeo de introducción del mismo, con su historia y datos técnicos que tendrá que añadir D.R., pues yo estaba en el aseo intentando encontrar la lentilla que se me había introducido por el interior del ojo, y pensé que había ya perdido cuando, al entrar en la sala de espera, noté como algo salía a presión de mi parpado… y me tuve que mantener durante todo el día con tan solo una lentilla y el consecuente dolor de cabeza que ello genera.

La visita al Palacio duró una hora, y fue amenizada por las explicaciones en inglés de una mujer japonesa que se quejaba bastante del calor y se notaba que tenía bastantes ganas de terminar e irse a su zona de descanso. No obstante pudimos disfrutar de los jardines del Palacio, los edificios de madera impresionantemente labrados, con los detalles dorados y blancos que resaltaban con el gran sol que hacía. Dentro de uno de esos edificios nos permitieron ver, a través de sus muros, lo que realmente era la residencia Imperial, que era francamente grande y preciosa, rodeada por un gran jardín de piedra.

Pero si debemos destacar algo era una de los jardines frondosos y verdes, con un lago en su interior y puentes de piedra que te permiten pasar de una zona a otra (a los turistas no), pero que refrescaba con tan solo estar allí y daba una imagen que contrastaba con los colores oscuros de la madera empleada para la creación de los edificios imperiales.

Tras la visita al Palacio Imperial continuamos nuestro camino paseando a buen ritmo, y acompañados en todo momento por un bote de refrescante agua isotónica, para llegar, al fin, al Castillo Nijo, uno de los mas bellos del país pero que, al igual que a otros muchos turistas, nos sorprendió encontrarlo cerrado al ser martes de Agosto… por lo que hicimos unas pocas fotos en su exterior y fuimos dirección al centro de Kioto, para continuar con un par de templos y últimas compras. Cuando decimos que nos dirigimos paseando es literal, paseando, pero a un ritmo endiablado y unas distancias que mucho maratonianos realizan como entrenamiento cada día.
Una vez de nuevo en la zona de Gion y el mercado de Nishiki pudimos vivir más de cerca el ambiente de compras, al adentrarnos nosotros mismos en esa rutina, no sin ello hacer un receso de 20 minutos para comer en un restaurante de la cadena Star, donde sirven unos fantásticos Omelettes, o tortillas en nuestro país, acompañadas de pescado, pollo o cerdo, todo ello con cantidades ingentes de agua, pues el liquido que perdíamos sudando no lo reponíamos por mucho que bebiéramos, y es que los kilos que hemos perdido en este viaje no los he perdido en ningún gimnasio en tan poco tiempo.

Una vez comidos partimos de tiendas, comprando recuerdos, regalos para amigos y regalos para nosotros mismos… con paseo por el interior de Nishiki, mucho más abierto que el día anterior, y con un peculiar olor a pescado y comida recién hecha que se te impregna en la ropa, y te acompaña como un buen regurgitar del mejor manjar.

Ya con las bolsas de los regalos cogemos ritmo y nos dirigimos andando hasta la estación de Kioto, en cuyos alrededores aún tenemos mucho que visitar. Primera parada, el Excelsior Café, una cafetería al más puro estilo Starbucks, pero que pone a nuestra disposición unos maravillosos batidos de café y mango, respectivamente, que tomamos con gran placer, al igual que con el mismo placer disfrutamos de esos maravillosos asientos con agüita en su interior, y es que no todo es turismo, y el curry hace estragos, obligando a visitar establecimientos no solo por sus valores artísticos, sino también por los servicios que ponen a nuestra disposición.
Una vez ya entrados en faena turística, llegamos al templo Higashi Hongan, que se encuentra en reformas y cerrado por ese motivo, permitiéndonos ver lo que nos hemos perdido, con un exterior gigante, con unas preciosas murallas y con unos acabados orientales muy bellos.

Viendo el éxito de nuestra primera visita nos dirigimos al Templo Nishi Hongwar, que por el mismo motivo que el anterior está cerrado por obras y no abre hasta dentro de dos años.

Así que ya en un último intento vamos directos a la pagoda del Templo Toji, que no está en obras pero si cerrado por ser tarde, pero permite desde el exterior ver el motivo de nuestra visita, la alta pagoda de madera, sin apenas reformar, y que mantiene intacta la esencia de su época.

Con los deberes hechos nos dirigimos a la estación de Kioto, tras previa compra de bebidas para refrescarnos en una de esas máquinas que tan buenos momentos nos han dado en este viaje. En esta ocasión decidimos no cenar fuera, para poder disfrutar de algo que también cenan los japoneses, las pizzas a domicilio. No son muy distintas, pero si que tienen unos sabores muy peculiares y distintos a los nuestros, encontrando una maravilla de Pizza esponjosa de Teriyaki, que realmente me gustaría ver por España. Un poco de charla, de repaso de lo hecho en el día, y despedida de nuestra última noche en Kioto.

Comments (0)