Comenzamos a contar por este día, más reciente para nosotros, y ya iremos subiendo las correspondientes aventuras de los días previos, todos ellos en Tokio.

El día de despedida de Tokio, estando muy cansados, se presentaba largo y lluvioso. A las 6:15h nos levantamos, como todos los días, para bajar al desayuno buffet oriental del Hotel, coger fuerzas y estar listos para el día que teníamos que afrontar.

Tras haber preparado todo el día antes, nos dirigimos a una agencia de transportes para mandar nuestro equipaje a Kioto, nuestra segunda localización principal en Japón, y de esa forma viajar con menos equipaje y poder hacer turismo unos días sin el lastre de las maletas y las compras.

A las 8 horas llegabamos a la estación de Shinjuku para activar el Japan Rail Pass, que usaríamos desde el día 31, y adquirir el Hakone Free Pass para tener todos los viajes del día cubiertos.

Tras las gestiones nos dirigimos a Hakone en un tren normal (algo raro en Japón), en la linea Odakyu, que nos llevó hasta Odawara, donde hicimos un "transfer" para seguir hasta Hakone-Yumoto, todo ello con la puntualidad japonesa, permitiendonos bajar de un tren y enlazar con el siguiente en menos de 30 segundos.

Una vez en Hakone, dejamos el poco equipaje en el Hotel, pues en este país el Check-In se hace más tarde que en España, y partimos a la estación de trenes, donde cogimos el Hakone Tozan Railway, que nos llevaría hasta Gora, ascendiendo más de 300 metros de altitud, de una forma bastante peculiar, pues el ascenso se realiza cambiando de vía en zig-zag, todo ello acompañado de un fantástico paraje natural, con un espeso bosque que rodea las vías pero permite ver la altura que tomamos.

En Gora fué un buen momento para almorzar, tomar fuerzas, y subir en el funicular que nos llevaría a Sounzan, con pocas paradas y en menos de 10 minutos estaríamos en nuestro destino, donde no paramos a descansar, pues allí cogímos el teleférico de Hakone, que nos llevaría a Togendai, donde nos anunciaban que si la visibilidad era buena podríamos ver el monte Fuji... lo cual no pudo ser, y nos obliga a volver otro año, lo que implicaba suspender también la excursión a Fuji dada su baja visibilidad. El teleférico asciende hasta Owakudani, donde tenemos que hacer un transbordo para seguir nuestro camino. Todo el viaje en este medio de locomoción, espectacular y frondoso, nos dejó impactados, y destacamos la presencia de actividad volcánica que se nota por la cantidad de humo que sale de la propia montaña, donde se cuecen huevos en agua y se ven pequeños charcos hirviendo a lo lardo del camino.

Una vez bajamos del Teleférico nos dirigimos al barco pirata... sí, barco pirata... pues ahora el camino continua a lo largo del lago Ashi, donde en otras condiciones se podría ver el Fuji, lo cual no pudo ser, pero sí que disfrutamos del viaje en este peculiar barco, que además contaba con pirata propio para hacerse fotos contigo (al módico precio de 1000 Yens), pero lo más importante son las vistas fantásticas con las que cuenta este maravilloso paseo hasta Hakonemachi.

Tras llegar a Hakonemachi, y gracias a las buenas explicaciones e indicaciones de todas las guias y la propia ciudad, sufrimos nuestra primera "situación conflictiva" del día, pues no encontrabamos el camino de cedros milenarios que nos llevaría de vuelta a Motohakone, por lo que cogimos el autobus hasta Hakone-Yumoto... y en menos de 3 horas habíamos estado dando la vuelta a la montaña en practicamente todos los medios de locomoción posibles.

Una vez de regreso al pueblo sufrimos el segundo percance del día... y es que allí todo cierra a las 6 de la tarde, con lo que nos obligaba a bajar el ritmo endiablado de vida que llevabamos en Tokio, y nos permitia realizar un descanso forzoso, cogiendo algo de cena en un 7 eleven, que nos salvaron la vida en más de una ocasión, y es que en este pueblo no quedan tiendas ni restaurantes a partir de estas horas, y los pocos que hay son excesivamente caros o raros... que no era la idea. Así que tras coger algo caliente para cenar nos dirigimos al hotel que, como norma, como muchos Ryokan (hoteles típicos japoneses), tienen hora de cierre, o más bien toque de queda, tras la cual ya no se puede entrar.

La sorpresa fue mayuscula al recibirnos en el hotel una mujer bastante arisca y con un japonés cerrado, bastante difícil de entender (como es obvio, de inglés ni papa). Madre mía que disgusto al ver que, tras entendernos, nos llevaba a la habitación por unos callejones oscuros, cruzando por unas tablas de madera... donde pensabamos que moriríamos... y entrabamos en una nueva casa en la que había mosquitos como nuestra cabeza (prueba de ello en mis piernas... que aún se notan sus marcas). La habitación al menos era limpia y acogedora, con aire fresco... agua caliente para el té... pero no tenían toallas para nosotros, y tenía como música ambiental la maravillosa estación de trenes y la vía central de la misma a menos de 50 metros de nuestra ventana... pero estabamos tan cansados que recuperamos fuerzas, durmiendo casi el doble de lo que llevabamos de media en Japón.

Comments (1)

On 31 de julio de 2009, 19:16 , Anónimo dijo...

Bueno David todo llega, incluso los problemas técnicos que os habeis encontrado para no escribir dia a dia vuestro periplo, es parte tambien de lo que es bueno conozcan los que lean tu web y conozcan "que no es todo como reluce". En cualquier caso si soportais el cansancio acumulado, será una experiencia muy rica.
Considerar las peripecias de este día como algo anecdótico dentro del conjunto global.
Your father